Diagnóstico
Las manifestaciones clínicas no permiten
diferenciar la hepatitis B de la hepatitis causada por otros agentes virales y,
consiguientemente, es esencial la confirmación del diagnóstico en laboratorio.
Se dispone de algunas pruebas de sangre para diagnosticar la hepatitis B y
hacer el seguimiento de los pacientes. Mediante esas pruebas se pueden
distinguir las infecciones agudas y las crónicas.
El diagnóstico de laboratorio de la hepatitis B se centra en la detección del antígeno superficial del virus de la hepatitis B (HBsAg). La OMS recomienda que se analicen todas las donaciones de sangre para detectar la infección, garantizar la seguridad de la sangre y evitar la transmisión accidental del virus a los receptores.
·
La
infección aguda por el virus de la hepatitis B se caracteriza por la presencia
del HBsAg y de la inmunoglobulina M (IgM) en el antígeno del núcleo (HBcAg). En
la fase inicial de la infección los pacientes también son seropositivos para el
antígeno e de la hepatitis B (HBeAg). Este antígeno es normalmente un marcador
de que el virus se replica de forma intensa y su presencia indica que la sangre
y los líquidos corporales de la persona infectada son muy infecciosos.
·
La infección
crónica se caracteriza por la persistencia (más de seis meses) del HBsAg (con o
sin concurrencia de HBeAg). La persistencia del HBsAg es el principal marcador
del riesgo de sufrir una hepatopatía crónica y cáncer de hígado (carcinoma
hepatocelular) posteriormente.
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