Transmisión
El virus de la hepatitis B puede sobrevivir fuera
del organismo por lo menos siete días. En ese periodo todavía puede causar
infección si penetra en el organismo de una persona no protegida por la vacuna.
El periodo medio de incubación de la hepatitis B es de 75 días, pero puede
oscilar entre 30 y 180 días. El virus, que puede detectarse entre 30 y 60 días
después de la infección, puede persistir y dar lugar a una hepatitis B crónica.
En zonas con alta endemicidad, el virus de la
hepatitis B se transmite normalmente de la madre al niño durante el parto
(transmisión perinatal) o por transmisión horizontal (exposición a sangre
infectada), en particular de un niño infectado a un niño sano durante los
primeros cinco años de vida. La aparición de infección crónica es muy común en
los lactantes infectados a través de su madre o antes de los 5 años de edad.
La hepatitis B también se transmite por exposición
percutánea o de las mucosas a sangre o diferentes líquidos corporales
infectados, así como a través de la saliva y los líquidos menstruales,
vaginales y seminales. La hepatitis B puede transmitirse igualmente por vía
sexual, especialmente en el caso de hombres sin vacunar que mantienen
relaciones sexuales con hombres y de personas heterosexuales con múltiples
parejas sexuales o que tienen contacto con profesionales del sexo.
La infección en la edad adulta desemboca en
hepatitis crónica en menos del 5% de los casos. El virus también puede
transmitirse con la reutilización de agujas y jeringas bien en entornos
sanitarios o entre consumidores de drogas inyectables. Además, puede producirse
la infección durante procedimientos médicos, quirúrgicos y dentales, la
aplicación de tatuajes o mediante el uso de cuchillas de afeitar y objetos
similares contaminados con sangre infectada.
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